miércoles, 2 de diciembre de 2009

El Símbolo

 


Ya había contemplado la posibilidad de huir lejos, lejos de todos, desaparecer de todo lo que hasta cierto momento había sido mi mundo. El contemplar esta posibilidad nació en mi a partir de que a mitad de mi postgrado, me decepcioné de mí mismo, vi truncada una de mis metas más grandes y dediqué asi todo mi tiempo a replantearme toda la vida.

Huir solucionaría muchas cosas... pensé...

Todos vemos símbolos en las cosas, sólamente que algunas personas no son conscientes de ello. Hay gente que ha dado su vida defendiendo un símbolo patrio porque lo considera muy importante, pero también habrá quien piense que dar su vida por un símbolo nacional es una tontería.
Lo que sí que es seguro es que nuestra conducta es afectada directamente por el valor le demos a los objetos que nos rodean. En mi caso, he tratado de hacer consciente, en la medida de lo posible, el valor que le doy a todas las cosas, objetos y personas quiero decir.

Quiero tener la mayor libertad de elección para mis acciones futuras...

Por ejemplo, para mí mi iPod es un símbolo importante. Todos los que tienen uno ven en él algo diferente, hay mucha gente que tan sólo lo ve como un símbolo de status, si tienes el mejor y lo traes para que vean que lo traes, estarás enviando a la gente que te ve el mensaje claro de que "tienes poder suficiente como para comprarte uno" (pienso yo que el poder económico está sobrevalorado hoy en día, y que la gente hace lo que sea por por lo menos aparentar tener poder económico). Hay gente que verá en él algo funcional, la gente que tiene necesidades prácticas reales de un iPod o un iPhone, acceso al mail desde cualquier hot spot, acceso a google maps, internet, notas rápidas, calculadora, y una cantidad grandísima de música.

Sin embargo yo en mi iPod veo otras cosas... yo veo puertas, posibilidades de pintar el universo de otros colores, mi iPod es la posibilidad de cambiar instantaneamente mi percepción de mi mundo... porque una misma situación observada con distinta música cobra diferentes colores, nuevas y diferentísimas ópticas, nuevas perspectivas. La diferencia entre dos montañas o entre dos árboles parecidos podría parecer casi nula o trivial para el ojo común, sin embargo, para mí, son cosas distintas, no es lo mismo una montaña escuchando Bach que, incluso esa misma montaña escuchando Rachmaninoff, no es lo mismo un atardecer con Debussy que con Chausson, es infinita la cantidad de paisajes emocionales a los que puedo acceder escuchando música (digo esto por que tengo una manera especial y analítica de escuchar la música, quizá para la gente no instruida en el arte le parezca que son tonterias todas estas cosas); y es precisamente el haber tenido y seguir teniendo estas experiencias estéticas lo que me ha convertido en un hombre capaz de asumir y adoptar como propio el punto de vista emocional de un tercero, y en un excelente observador y analista de la conducta humana (de aquí el hecho de que yo considere seriamente estudiar psicología).

Para mí mi iPod no es un milagro de la tecnología, ni un frío símbolo de status social, tampoco es una herramienta utilísima para los negocios... para mí es como la puerta mágica de Howl, que me transporta a donde desee, es ese objeto mágico que le da un sentido interior a los paisajes exteriores.

Hace un tiempo le regalé uno a una querida amiga mía; mi intención no era hacerle un bello regalo, mi regalo pretendía ser un "tenderle la mano a este mundo que yo veo", tal vez porque lo que quería en realidad era que se escapara conmigo... mi cómplice y testigo... y esto será tal vez porque realmente siento que con ella tengo una conexión que va más allá de "ser dos grandes amigos que se cuentan todo", mi relación con ella llegó a tener una profundidad que no imaginé. Me conoce y me quiere, a veces hasta parece que puede leer mi mente al mirarme a los ojos (a veces incluso sin mirarme), y yo tengo la sensación de que sé quién es ella en verdad...
A veces me siento inseguro de muchas cosas, realmente no quisiera que me dejara de querer como me quiere, nunca, y en momentos como este me surge una pregunta: ¿Porqué me quiere? Yo lo único que puedo ofrecerle es mi vida misma, mi vida en sí, es decir, mis maneras de ver el mundo, mi humanidad, mi inteligencia, mis "talentos",(Kazantzakis lo dice en su obra maestra) No poseo nada más, creo que nadie puede poseer nada realmente más que su tiempo y su subjetividad, y todo se resume en decidir qué es lo que va uno a hacer con éste, su tiempo prestado de vida. ¿Es esto lo que vale de mí? Cuando pienso en ello, me imagino que cambio... y si es que cambio y me transformo en algo diferente, quizá me dejen de querer todos... ay no sé, estoy hecho un enredijo.
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