miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sobre el dinero.


La mierda del diablo, la última mercancía, la gala máxima. Tantas definiciones para algo que no tiene valor práctico, algo que no te puedes comer, algo que no te puede amar, que no te puede abrazar ni besar...
El dinero tal como lo conocemos en la actualidad, resulta ser tan sólo una "promesa de pago". Los billetes son el “pagaré” que alguien le dio a alguien y que ese alguien le dio a otro alguien y que por complejísimas circunstancias termina en nuestras manos.

¿Qué hacer?

Mi vida ya había decidido vivirla con la máxima libertad posible, y esto significaba renunciar a todo, a todo. El Dalai Lama dijo una vez “Mientras menos cosas tienes más libre eres” Y creo que tiene mucha razón, las cosas que puedes "poseer" te atan y te distraen, te arrebatan la atención que el mundo como misterio se merece, que la vida se merece, que el amor se merece, y en ese sentido lo único en esta vida que he encontrado que, por el contrario, lo que hace es concentrar tu atención en los misterios de la vida (o en la vida en sí, que es el máximo misterio) es el arte; la música, para ser preciso, es lo que a mí me sirve de “llamada de atención” es decir, “date cuenta de que hay un milagro operando ahí afuera” es lo que me hace que la vida me reclame la atención que a veces no le pongo, y uno puede optar por dos posturas, mirar la vida como un misterio enormísimo y como un milagro, y la otra que es creer que simplemente los milagros no existen. Pasa un poco lo mismo con la religión, creo que la religión surge como resultado de un proceso evolutivo de la sociedad, es necesario hasta cierta edad creer en alguna divinidad para darle respuesta a las cosas que no las tienen. Es muy fácil pensar, “Dios lo hizo” “Todo es por el amor de Dios” “Dios te ama” y sí, aquél que cree en Dios tiene todo resuelto, todo, todo viene de Dios, todo es de Dios, todo termina en Dios, y si no crees en él pobre de ti. Creer en Dios es muy fácil, sin embargo, descreer en Dios es sumamente difícil, sobre todo porque tiene uno que renunciar a la sensación de estar parado sobre tierra firme, descreer en Dios implica reconocerse un ignorante ante todo e implica buscarle sentido a la vida, además implica no abrazar ningún concepto de Dios. Odio el dogma.

A veces llego a pensar que toda esa libertad que pienso obtener para mi vida es símbolo de lo egoísta que soy, pues claro, dejo de pensar en la gente que quizá necesita de mi, que quizá quiere que esté a su lado, y claro mis padres. Quizá si juntara mucho dinero podría darles el descanso que creo que merecen. Más de 30 años de trabajos intensos por parte de mis padres han logrado fructificar en varias cosas.
A veces me pongo a pensar en usar mi habilidad para meterme en la mente de las personas para quitarles su dinero, claro, hacer que me lo den por voluntad propia y haciéndoles creer que es lo mejor, es decir, a veces quisiera volverme un comerciante.

No, me arrepiento pronto de haber pensado en eso... Un comerciante no es más que un intermediario que mueve mercancías de un lugar a otro, es alguien que no produce algo valioso, no produce un bien ni un servicio, es alguien que tan sólo mueve las cosas que sí valen, es alguien que, en determinadas circunstancias, llega hasta a aprovecharse de la precaria situación de las personas para sacar ganancias de ellos. Un comerciante es lo último que quisiera ser en esta vida... a veces me arrepiento de pensar tanto las cosas... yo sería un excelente comerciante y podría así darles todo a mis seres queridos, ¿Todo? Que tontería. Pero no, no puedo, ser comerciante es lo último que quiero ser.

Sin embargo no puedo dejar de reconocer que el dinero es necesario dado el sistema en el que vivimos, así que les deseo a todos ustedes que me leen que les llueva mucha mierda, y si es del diablo mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario