lunes, 2 de noviembre de 2015

Soy especialista en soñar.

Soy especialista en soñar, en inventar universos, y el nuestro no existe. Sólo lo imaginé una tarde de primavera. Al principio tenía un par de árboles y nubes, y a partir de ahí lo engrandecí hasta el tamaño que tiene hoy. Tiene de todo, varios planetas y lunas, montañas para que corras, cielos para que explores, lagunas para que nades y hasta un Broadway sólo para ti. Si viajaras en globo verías todo lo que sembré y todo lo que pinté y erigí, lo bien que decidí ubicar todo lo que hay.

Yo no lo elegí. Yo no lo pedí. Llegó y ya. Lo siento, y ya.

Hoy creo e invento a partir de ti, sin que me lo pidieras, sin yo haberlo planeado. Sin sentido aparente, sin que deba de importarte. Sin que tú te enteres la mayoría de las veces.

Quizá en otro tiempo, en otra vida, en otro cuerpo, con otro nombre, sin tanto lío y sin que se me haga tan tarde como ya se me hizo. Con menos lluvia y menos viento, menos locura, menos cartas, menos rosas, menos fotos, menos arte, menos poemas, menos vida... Con más risas huecas y menos llanto sincero. Menos yo y más plástico. Menos verdad y más apariencia. Más simpleza y menos búsqueda.

Quizá en otro tiempo baste con que yo exista y sea lo que no soy. Porque así, con todo lo que tengo y hago, soy ángel de nadie, héroe de nadie, amor de nadie. Nada de nadie. Me desbordo sin sentido, procuro sin meta, amo sin rumbo. Y de algún modo extraño no me parece raro, creo que el mundo debería ser así, como yo. Porque creo que soy bueno. Y así no es el mundo, y me siento un idiota en el universo, por querer que obedezca mis ilusiones.

Vivo una búsqueda infinita de profundidad del ser, no me conformo con menos, necesito conocer la verdad. Y de algún modo tú contienes mucho de lo que busco así nomás, sin quererlo. Me fascinas, me deslumbras, me destruyes, me haces volar y caer a la vez.

Nunca me cuido, por qué nunca lo veo venir, porque simplemente no sé qué hacer con un brillo como el tuyo, con besos como los tuyos, con esas manos de seda, y esa voz que ridiculiza a los ángeles. No sé cómo manejar tanto. No sé qué hacer con una explosión así, de estrellas, como esas de las que colmas mis segundos. No sé dónde guardarme tantas muecas, gestos, brincos, giros, guiños y sonrisas perfectas. Me siento superado en todos los sentidos. Me quedo inerte, expectante, débil, suspendido, fascinado, quieto, inútil, inerme.

No sé defenderme. Porque ni yo sé por qué hago las cosas. Porque soy tan intenso que soy capaz de naufragar por una ilusión. Porque nunca aprendo la lección. Porque sigo creyendo, y ni siquiera sé en qué...


No hay comentarios:

Publicar un comentario