lunes, 2 de noviembre de 2015

A ser. Para ti

Llego al fin aquí, a casa. A despojarme de apariencia. A ser. Para ti. Porque sé que me basto por ti, para ti, de ti.

Rindo tributo a la perfección que aterriza en tu corruptibilidad. Mas no me aparto de que subyace a tu mirar un permanecer eterno que se traduce en tu mirada, a mi mirada. Que se convierte en tu risa y en tu aliento. Una conexión implícita en nuestro palpitar paralelo. Un devenir en conjunto que se convierte en tacto. Que se manifiesta en tu espanto, y que encuentra consuelo en mi abrazo. 

Estamos, somos. Y a mí me sorprende y me maravilla. El milagro de ti cerca de mí. Hoy. Quizá mañana.

Infinitas posibilidades que se concretizan en ese par de ojitos, en esas 38 pecas, en esos miles de cabellos de oro y seda que suavizan lo tosco de mis manos, que las ridiculizan. En esa voz que de ti emana y que calma la necesidad infinita de belleza de mis oídos. En tu andar inconsciente, en tu transitar por el mundo. En tus labios cubiertos de chocolate.

Intempestivamente, torpemente, ingenuamente, decidí no soltarte. Y ahora no sé qué seguirá a tu partida.

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